En su ópera prima Fernanda Abarca y Andrés Opaso abordan la identidad quebrada de una mujer torturada y convertida en agente encubierta durante la dictadura cívico-militar.
Por Stephanie Alvarez
“¿Quién eres tú?” Le pregunta Antonio a Carmen apuntándole con un arma. Es la pregunta principal de la película ‘La última frontera’ (2019) hecha en el enfrentamiento final. Tanto Antonio como el público jamás recibirán una respuesta directa. Quizás porque Carmen tampoco lo sabe.
Carmen (protagonizada por Francisca Walker), ex-militante de las Juventudes Comunistas, trabaja como secretaria y maquilladora en la agencia Quimera Films en Santiago en el año 1984. Fue infiltrada como agente encubierta después de ser detenida y torturada por Francisco (Daniel Candia), su único contacto con la CNI. Pronto descubre que un rodaje en las montañas es parte de un plan de fuga: Gaston (Mario Horton), Director Creativo de la agencia, quiere huir a Argentina junto a Antonio (Francisco Ossa), un perseguido político que vive en la clandestinidad. Para Carmen eso significa un chance para salir del país y escapar de la tortura continua de Francisco quien le obliga a trabajar como agente, le amenaza y le viola.
La figura de la agente encubierta está bastante cargada con fantasías. Por lo general es un tipo de femme fatale, una manipuladora que usa el sexo y la violencia para lograr lo que quiere: más dinero, su libertad o placer. Carmen no actúa así. Es fría y parece ser una mujer sin poder porque está controlada por Francisco. Como la represión de la dictadura cívico-militar el agente está presente en todo momento. Aparece de la nada en su departamento y su trabajo invadiendo su privacidad y así demostrando su poder.
Los directores Fernanda Abarca y Andrés Opaso demuestran el trauma de Carmen con flashbacks y jump-cuts. Usan luces de colores creando una escenografía parecida a la del teatro y con estridentes zumbidos y ruidos absorbidos imitan los sonidos de un tinnitus. No hay escenas explícitas mostrando la tortura en los flashbacks – eso queda a la imaginación del público. De esa manera los directores reflejan el conflicto interior de una persona traumatizada que quiere olvidar lo que le pasó para poder sobrevivir.
Hay algunas incoherencias en la película: Por ejemplo es poco probable que un agente se enfrente solo a fugitivos (y que ese conduce un Mercedes caro y llamativo). ¿Pero cuán aburrido sería una historia fiel a la representación realista de la burocracia? La magia de ‘La última frontera’ está en el hecho de que es poco concreta y a la vez muy obvia. Podría tratar de una dictadura cualquiera en cualquier país – incluso podría ocurrir en otra década o podría ser una película completamente inventada porque todo lo que ocurre parece distópico, casi irreal. Aun así, el hecho de que está inspirada en hechos reales, está presente en todo segundo. Hay características de dictaduras fascistas como la cobertura informativa de la radiodifusora o la presencia de la represión sin que se articule directamente (ni una vez se menciona a Pinochet). También hay características específicamente chilenas como gritar el RUT al ser detenido, la cordillera y cosas más obvias como el lenguaje.
Saber que esa historia ficcional podría haber ocurrido en realidad, duele. Hacer una película como ‘La última frontera’ requiere mucho valor y es un indicio del avance del enfrentamiento crítico con el pasado fascista de nuestro país. A través de la protagonista que no es ni buena, ni mala – víctima y victimario al mismo tiempo – los directores logran encontrar respuestas para las preguntas que hace una sociedad postdictatorial: “¿Quién eres tú después de haber sobrevivido frente a todo lo que has hecho para sobrevivir?” Víctima y victimario, una persona quebrada que quiere seguir adelante, olvidarlo todo – pero que no puede y no debe olvidar el pasado.
FICHA TÉCNICA
Dirección: Fernanda Abarca, Andrés Opaso
Guion: Claudio Soto, Iñaki Goldaracena
Producción: Martín Cabello, Constanza Figueroa
Asistencia de Dirección: Elisa Rozas
Dirección de Fotografía: Matías Torres
Cámara: Clara Gatica
Dirección de Arte: Sofía Stipicic
Sonido: Sebastián Moya
Música: Renato Hidalgo
Montaje: Claudio Soto