El Reportaje: Aislados pero muy conectados
La Vanguardia 26/12/2016
La isla de El Hierro es el lugar de destino de muchos amantes de la libertad y de la naturaleza que han encontrado aquí el enclave ideal para desarrollar su proyecto vital. El contacto con la isla para muchos de ellos se ha dad de manera casual, pero el impacto que les provocó un paisaje salvaje y casi primitivo les ha arrastrado hacia un verdadero reciclaje personal. El transporte a esta isla tiene aún grandes incomodidades, pero el aislamiento se amortigua en un mundo interconectado por internet y las redes sociales, que son aquí el germen de nuevas actividades económicas y de ocio. Estas personas ofrecen el testimonio y la propuesta de una vida austera, sencilla, en contacto con espacios naturales, en equilibrio con este sobrio paisaje entre olas abismales, brumas sobre acantilados y lenguas de lava inmutable.
La periodista alemana Christina Teuthorn reside desde agosto en Echedo, en la punta norte de El Hierro, donde vive en pleno proceso de adaptación junto a su compañero Karsten Mohr, instructor de buceo libre (apnea). Teuthorn ha ejercido el periodismo desde hace más de 20 años y ahora sigue colaborando con la cadena de radio oficial alemana ARD.
"Me enamoré de esta isla, de su naturaleza; me inspiró un profundo deseo de cambio. Al llegar me 'toco' algo muy profundo. Aquí estaba la esencia de lo que estaba buscando", señala en la terraza de su casa frente al mar, visible en un radio de más de 200 grados, y desde donde ve La Palma, Gomera y el Teide la mayoría de días.
Ella vivía en Munich, y visitó la isla de vacaciones. Fue un flechazo. Había hecho decenas de reportajes sobre medio ambiente en los que mostraba testimonios y buenas prácticas para proteger la naturaleza. "Me di cuenta de que lo que yo quería era vivir todo eso, realizarlo yo misma". Y compró un terreno. Atrapada por la isla, pasó años yendo y viniendo, a caballo entre Alemania y la isla, hasta que completó el giro, tan inesperado para ella como para sus jefes, que quedaron atónitos con su renuncia a escalar en el trabajo. "No ha sido una ruptura total. Mis jefes han sido flexibles. Ha sido una transición suave, aún queda un puente. Puedo seguir colaborando; sigo muy conectada", afirma.
El cambio de rumbo ha supuesto para ella dar prioridad hacia una vida autosuficiente pero variada: artículos, huerta, trabajo como guía de cruceros, orientadora psicológica (para personas que buscan un cambio, como ella). Es feliz junto a Karsten Mohr, que enseña buceo libre tras haber dejado también su vida como ejecutivo en una empresa de deportes de invierno para hacer esta inmersión en la naturaleza. "Yo enseño a aguantar la respiración bajo el agua, cómo relajarse, como hacer una inmersión sin esfuerzo", dice. Sentir también la naturaleza bajo el agua es una gran terapia contra el estrés, afirma Mohr. "No estamos al margen de la economía; no la rechazamos; sólo queremos cambiar algunas cosas y dar ejemplo de que podemos vivir una vida de forma más sostenible", añade Karsten.
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